Esta vez
no voy a esperarte
como entonces.
No voy a tejer
ni a destejer
el asombro posible
de encontrarte.
Mi vocación de Penéope
se agotó
en tus silencios.
Ni ovejas quedan
para cardar los hilos
que tejan
tu reiterado miedo
de volver a casa.
Nadie se ha preguntado
cuál era el dibujo
que trenzaba
Penélope
en su tela.
¿Tal vez el rostro
de otro hombre,
diferente a Ulises?
No hay comentarios:
Publicar un comentario