La
buena suerte, nos enseñó Voltaire, se compone de preparación y oportunidad. No
es el azar, la coincidencia, sino crear las circunstancias para que ocurran
cosas positivas. En esta triple crisis sanitaria, medioambiental y
socioeconómica (de empleo), Rosa Montero proclama en forma de novela que la
buena suerte es ser buena gente.
“La buena
suerte”
es una novela de presentes cercanos que se preocupa por el futuro del mundo y
que lo denuncia con un ritmo narrativo incuestionable.
Y
con ellos dos Pablo Hernando y Raluca, como protagonistas principales, y un par
de secundarios más, monta Rosa Montero una preciosa novela intimista que
escarba en lo más profundo del ser humano: en sus miedos, sus anhelos, esas
viejas angustias nunca resueltas, sus traumas y, en general, en todas aquellas
cosas dañinas que tragamos, terminan tiñendo nuestro presente de gris.
Haciendo
brillar su oficio periodístico, la autora aprovecha las páginas de esta novela
para denunciar la violencia en todas sus esferas, específicamente la
intrafamiliar y la que se ejerce en contra de los animales. La vejez es otro de
los temas que se abordan, un ciclo de la vida que va de la mano de
inseguridades y complejos que se hacen más vívidos cuando vemos hacia atrás y
sentimos el peso de lo que hicimos y la carga insostenible que puede significar
lo que no llegamos a hacer.
Pese
a todo, no es “La buena suerte” una
novela que se regodee en las penas, no; hasta su título es un canto a la
alegría. Porque la novela, naturalmente, tiene una historia, pero siendo la
misma una especie de novela negra en la que nos atrapa la autora desde el
primer párrafo, no es, a mi entender, el valor máximo de esta última obra de la
escritora madrileña.
Por
una parte, es una de esas historias profundas que, por su sencillez, puede
interesar y atrapar incluso a aquellos que leen por puro entretenimiento. Y es
que no podía ser de otra forma porque ya sabéis cómo se las gasta Montero y lo
bien que le sale eso de dar una de cal y otra de arena, salpicando aquí y allá
con unas píldoras de humor y de amor, que de ese, y del bueno también hay aquí
además de otros temas de mucho calado.
Por
otra parte es una historia llena de secretos, llena de mentiras y llena de pasión por la vida y de redención,
de miedo, de valentía y de amor; y de humor, también, porque la vida es una
tragicomedia. Trata también sobre la falta de control del ser humano: todo se
puede derrumbar de la noche a la mañana, pero, al mismo tiempo, siempre podemos
jugar nuestras cartas, podemos buscar nuestra “buena suerte”.
Y
claro que consigue lo que se propone, no solo aderezar la historia, sino
compensar esos otros momentos mucho más duros. Ya que, desde mi punto de vista,
lo que nos da a manos llenas esta historia son bofetadas de realidad y, sobre
todo, nos enseña a mirar la vida con otros ojos.
Creo
que en “La buena suerte” ha
conseguido acercarme a ese nudo, a ese núcleo ardiente de la vida más que
nunca. Ha conseguido acercarme a darle un pellizco a la realidad.
Hay
una frase de Lorenzo de Medici, un gran personaje del Quattrocento italiano,
que lo explica muy bien: "Quien quiera estar contento, que lo esté. Del
mañana no hay certeza", concluye.
A
través de la historia de dos personajes inolvidables, Pablo y Raluca, cuyas
vidas se cruzan de manera fortuita en un pueblo agonizante del sur de España, “La buena suerte” narra un misterio
donde nada es lo que parece y cuyas capas van desvelándose página a página.
Esta novela contemporánea, intensa, emocionante, terrible y optimista al mismo
tiempo, reflexiona, en tiempos inciertos como los actuales, sobre el Bien y el
Mal, el miedo y el valor, la luz y la oscuridad, la alegría como hábito y el
poder de la bondad y la belleza para parar el dolor del mundo.
La
maestría de la autora en este tipo de novelas es tomar personajes aparentemente
reales y contarnos ficciones que también podrían ser absolutamente reales. En
esta ocasión, además mezcla perfectamente ficción y realidad, dejando que la
realidad supere en horror a la ficción, pero consiguiendo que finalmente sea la
ficción la que cale con dolor en nuestra alma lectora.
Rosa
Montero es la redactora que intercala, con rigor, una serie de noticias
aparecidas tiempo atrás en la prensa, que aluden a crímenes contra la infancia,
abusos a niños provocados por sus propios padres, asesinatos, torturas,
violaciones… Así mismo deja constancia de la brutalidad que los falangistas
llevaron a cabo con los más débiles, los mineros. Y evidencia la atrocidad de aquellos
que se sienten superiores, cuando en realidad son cobardes, como aquellos dos
mendigos a los que rociaron con gasolina en un cajero de Madrid y los quemaron
vivos.
Con
pequeñas pinceladas se adentra en las profundidades, que de eso trata la
novela. Escarbar y escarbar para poder entender.
Y
todo este mapa emocional con una prosa certera y un estilo elegante y fluido. “La buena suerte” es una novela que te
gana por la profundidad de los personajes, tan de carne y hueso como
imperfectos, y capaces de emocionarnos. El miedo, el dolor, el amor, la bondad
y la maldad en estado puro se dan la mano en una magnífica historia que invita
a la introspección personal y os habla de la necesidad del ser humano de
reinventarse. A mí me ha encantado y me ha hecho pensar en lo afortunados que
somos muchos sin saberlo. No dejéis de leerla.
El
recorrer de las páginas de esta obra resulta un regalo tremendamente especial,
una cita pertinente y anhelada en un momento en que la desesperanza y la
incertidumbre han cambiado las reglas de juego. Incluso pareciera que este
libro hubiese empezado a escribirse en el confinamiento.
“La buena suerte”, una crónica redonda
donde los personajes danzan a través de una senda que acaba siendo camino para
quien se sienta a leerla. Parece que el manejo de la vida del lector queda en
manos de otros, que solo le queda esconderse y resignarse. Todos hemos estado
tentados alguna vez de huir, aun sabiendo que eso no solucionaría nada.
Personajes
llenos de matices, protagonistas reales llenos de luces y de muchas más sombras.
Unos personajes de los que os va dosificando la información, de los que os va
desgranando, a cuentagotas, un pasado que determina su presente.
Son
diversos frentes los que abre la autora para vosotros, algunos de ellos
mencionándolos a través de los pensamientos del propio protagonista y otros
apoyándose en las diferentes situaciones que se van generando en esta historia
en la que cada personaje tiene un cometido. La novelista os los va desnudando a
todos dejando piezas aquí y allá, que no son más que los trozos en los que han
ido quedando sus vidas. Y mientras los acompañáis, en ese territorio de
relaciones y entendimiento en el que la escritora rutila y encanta, pues nos
refleja en la piel de personajes entrañables e inolvidables.
Es
en ese contacto con los demás en el que los habitantes de esta historia, al
igual que cualquier persona, se transforman y van comprendiendo la vida bajo
otros criterios.
“La buena suerte” es una novela ágil,
tierna y profunda en la que Rosa Montero nos invita a perder el miedo, a no
guardar silencio pero, por encima de todo, a descubrir la capacidad del ser
humano para sobrevivir, renacer y reinventarse. Podemos elegir cómo respondemos
a lo que nos sucede y en cada decisión nos jugamos nuestra vida y nuestra
felicidad.
Se
agradece leer de vez en cuando una historia así, sobre todo si la escribe Rosa
Montero.
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