miércoles, 6 de julio de 2022

EL ENCAJE ROTO. Emilia Pardo Bazán.

Lo que aún no había visto la luz era una recopilación de sus relatos sobre  violencia de género, tema al que recurrió en numerosas ocasiones a lo largo de su trayectoria como escritora.
”El encaje roto” antología de cuentos de violencia contra las mujeres, formando por 35 relatos, que habían sido publicados en diferentes medios españoles a lo largo de la carrera literaria de la novelista gallega.
 
SINOPSIS: Aunque su faceta más conocida es la de novelista, Emilia Pardo Bazán fue, entre otras cosas, una fecunda autora de cuentos, de los que publicó alrededor de seiscientos cincuenta. Uno de los temas con mayor presencia en su obra cuentística es el de la violencia ejercida por los hombres contra las mujeres, asunto este que también aparece en algunas de sus novelas y en varios de sus artículos. Esta antología, editada y prologada por Cristina Patiño Eirín, profesora de la Universidad de Santiago de Compostela, reúne treinta y cinco de los cuentos de Pardo Bazán que giran en torno a este tema.
Variados en cuanto al punto de vista, al tono, a la ambientación, a la clase social de sus personajes, a la relación que existe entre la mujer y el hombre (en la mayoría de los casos es su prometida, su esposa o su hija, pero en algunos no hay ningún vínculo entre ellos) y al tipo de violencia (la física, la psicológica, la sexual, la patrimonial, la social, la simbólica), estos relatos, obra de una escritora que nunca dejó de denunciar la desigualdad entre mujeres y hombres, ofrecen un amplio panorama de la violencia machista y muestran actitudes y comportamientos que siguen vigentes hoy en día. Varios de los cuentos recogidos en esta antología los protagonizan mujeres que no dudan en plantar cara a su maltratador o que se dan cuenta a tiempo de cómo es en realidad el hombre con el que se van a casar y actúan en consecuencia.
 
Subrayando que estos 35 relatos de Pardo Bazán fueron publicados en medios nacionales entre 1883 y 1922 teniendo en cuenta que denunciar públicamente comportamientos machistas y de violencia física y psicológica contra las mujeres en un mundo de hombres era tan inusual como osado.
Y no solo eso, sino también ejercida en todos y cada uno de los rangos sociales. No importa el lugar que se ocupe en el escalafón social, el dinero y prestigio que se tenga o dónde y cómo se viva. A medida que se avanza en la lectura, nos percatamos de las tantas, tantísimas formas de humillar, atacar, deshonrar, herir, ignorar, dañar o matar que existen.
El abundante abanico que presenta Emilia es muestra de la violencia física, sexual, simbólica y psicológica, la sumisión al hombre –en el círculo familiar-, el miedo ante determinadas situaciones, los celos, la posesión del hombre hacia sus mujeres, hijas o criadas –violencia social y patrimonial- y se denuncia la desigualdad entre hombres y mujeres, vigentes todavía en nuestra sociedad, aunque también se muestran casos de desafíos de la mujer contra su maltratador y la huida de estas situaciones. Relatos desgarradores y estremecedores.
Estas violencias están arraigadas al miedo y duran décadas. La mayoría de estos desgraciadamente tienen finales de extrema inhumanidad como para aceptarlos sin que el estómago se le revuelva a uno.
Todos los relatos son extraordinarios.  Pero la lectura de cada uno de ellos escritos por la coruñesa muestran hasta qué punto los avances son insuficientes ante la persistencia de acciones y actitudes que, en lo esencial, se conduce por los mismos patrones de brutalidad y miseria humana.
 
En las palabras de Pardo Bazán podemos apreciar que los relatos están profundamente arraigados a la realidad de su tiempo. En ellos se plasma la sociedad del momento y se muestra el horror que tenían que vivir las mujeres, relegadas a un segundo plano y sumidas por obligación en la ignorancia. En la sociedad española de principios del S. XX, el maltrato no estaba penado e, incluso, era de uso común y bien visto para aquellas mujeres que no se querían someter a los dictados morales de una sociedad retrógrada.
Es por esto que, tal vez, lo más duro de sobrellevar de la lectura de estos relatos de esta maestra de la narrativa sea la atemporalidad de los actos que se cometen en cada una de las historias. Dejando una lectura agridulce.
Porque así como os encontraréis circunstancias verdaderamente turbulentas a lo largo de los relatos habrá también momentos en los que las mujeres de estas historias se subleven y enfrenten a sus agresores, derrocándoles por medio de la inteligencia y la agudeza, la sensatez y la precaución, o la propia y bien merecida elevada autoestima que estas mismas han sido capaces de cultivar en su interior.
Despliega todas sus dotes narrativas en la utilización de múltiples perspectivas, y personas gramaticales, desde la mujer, pasando por el agresor y llegando hasta en tercero, sin ningún tipo de vínculo emocional o parentesco con los implicados.
Por último, el estilo de la narración tiene todas las características propias de los textos realistas. Sencillez, sobriedad, búsqueda de la exactitud, rica en localismos y escasa en expresiones trágicas. A partir de los desgarros no hay sentimentalismos en “El encaje roto”. Ni en la escritura ni en las acciones de los personajes y adecuación en la forma de hablar en cada uno de ellos a la clase social a la que pertenecen y a la situación comunicativa en la que se encuentran. Pese a su poca extensión son destacables las minuciosas descripciones que hace la autora.
El juicio no lo hace el cuento, corresponde al lector, el camino lo va construyendo el lector, muchas veces de forma inconsciente.
 
Pardo Bazán supo ir al fondo de la psicología de todos sus personajes y dibuja todos los estadios de la espiral de violencia contra las mujeres que ella había observado y sufrido de alguna manera.
Es un libro repleto de víctimas, pero también de supervivientes. Y ello hace que su lectura, aunque dura, valga completamente la pena.
Esta antología recoge otras 35 historias de: Dolores, Maripepiña, Cecilia, Lucía, Leonor, Rosa, Kelly, Daría, Sheyla, Estrella, Gloria, María Jesús… y tantas otras que han perdido la vida –este 2022, sí, pero han sido tantas, durante tantos años-, víctimas de la violencia contra las mujeres –en nuestro país o en cualquier otro-.
Debe señalarse, como personaje destacado, en cada una de las historias, el ambiente rural de su Galicia natal.
Aun así, estás páginas albergan esperanza. A pesar de que la mayoría tengan un final fatídico para las protagonistas y la mayoría de ellos estén basados en sucesos reales, muestra un alto grado de compresión al denunciar tal desprotección en aquella época.
 
En conclusión, estos cuentos reúne las características generales del movimientos realista; en el trazo de los personajes y en la elección de los rasgos, es indudable la novedad que ofrece esta narración en España, ya que lleva explícita una defensa de la inteligencia, de la razón y de la libertad de las mujeres.
 
 

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