-Jesús
Enrique Sánchez García-
Palabra
cierta del perseguidor,
contracanto
negador
del espacio de las voces ocultas.
Costumbre
recurrente de las reglas del día,
soberbia,
invasiva.
Extensión
de la luz innecesaria,
distopía
de la sombra vencida
que
resguarda al mundo agotado
en
sus horas de más.
Me
atrevo a vengarme, a nombrarte,
ya
que apartas al suelo de su pequeña altura
y
me dejas en la arena,
porque persiste el tiempo,
el
de siempre, peninsular y grosero,
donde
viven los vivos y los nombres de los muertos,
donde
todo es memoria prevenida
y
voz significante.
Igual
eres inútil, porque otra sombra te supera
y
te dejará arder en un sol abatido
hasta
que otro través te haga posible.
Mientras,
vivo una tarea abierta y desmedida:
contar
relámpagos, tus veloces heridas a
la
noche.
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