Ten
paciencia conmigo.
Porque
a veces el mundo,
la
víbora del tiempo y del pasado,
cabe
entre dos palabras.
Si
la piel se hace noche,
si
vuelven las cenizas a los labios,
cabe
entre dos palabras.
De
verdad, yo lo sé,
una
estrella apagada que cruza el universo
con
su puñal frío.
Y
repta por la vida,
por
caminos sin nadie, por ciudades,
con
su puñal de olvido.
A
través del amor,
incluso
por encima de la felicidad,
cabe
entre dos palabras.
La
víbora del miedo,
la
víbora del miedo derrotado,
mi
calor y su frío.
Y
se queda en el pecho,
anidada
en la sombra, hasta el amanecer.
Ten
paciencia conmigo.
Porque
el mundo es así, y vengo herido,
ten
paciencia conmigo.
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