Siento
que soy la presa
Pero
no sé de quién,
Pues
las alas y las garras que descienden
Sobre
mí,
Y
me encadenan a la sombra
Mucho
antes de alcanzarme
Carecen
de nombre.
Sólo
la frescura del aire dibuja
La
amenaza que se acerca
Con
cruda y voluptuosa lentitud.
Sé
que no hay salvación, pero
Tampoco
sé qué sería la salvación.
Si
intento huir, la sombra también cambia
Amoldándose
a mi horizonte como las nubes,
Feroz
y protectora en su cuidado
De
no perderme, presa de otro.
En
la espera, los sobresaltos se confunden,
El
pavor se mezcla plácidamente en el misterio,
Desentrañar
su enigma será mi sino:
Tengo
que vivir hasta que encuentre la respuesta
Un
tiempo igual al tiempo de la caza
En
el que, al menos, sé que soy la presa.
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