Hay
libros que se escriben con ganas de éxito para ser leídos, entretener,
emocionar o hacer disfrutar al lector. En cambio, hay novelas que se escriben
para contar y se convierten en una experiencia para el lector. Precisamente esto
ocurre con, “De cicatrices y silencios”
de José Manuel Muñoz Serrano, su primera novela tras la publicación de su
segundo libro de relatos y poemas: “Pieles en penumbra”.
Yo
diría que el autor quiso escribir un libro de búsqueda del amor. De soledad. De
pesadumbre constante. De inventar el amor. Pero no de amor.
SINOPSIS: Ambientada en
varios escenarios: Bosnia, Rumania y la ciudad de Santander en la década de los
60. El autor destaca lo siguiente: “Las cicatrices provocadas por las
violaciones masivas de mujeres musulmanas en la guerra de Bosnia y el
avasallamiento del pueblo rumano en la revolución que derrocó al dictador
Nicolae Ceausescu vertebran la novela. Unas cicatrices visibles, las de Zana y
Vasile, que tratan de ocultar con la vestimenta de los silencios. A medida que
se vaya acercando el desenlace, esos silencios se irán desentrañando... El nexo
de unión entre ambos será el español Javier que, a pesar de su vida acomodada
como empresario de éxito, guarda igual que ellos un inconfesable secreto”.
Curiosa
coincidencia, en las últimas semanas he leído dos novelas cuyo argumento gira
en torno a fugitivos de una guerra y los graves trastornos que padecen en el
lugar donde se refugian. En cuanto a “De
cicatrices y silencios” un libro que se enmarca detrás del asedio de la
guerra de Bosnia.
Una
historia que enamora, con vidas paralelas que caminan afanosamente, con el
único objetivo de conocer toda la verdad por dolorosa que ésta pueda resultar. Y
que poco a poco, esta irá saliendo a la luz trayendo consigo una serie de
biografías cruzadas. A través de, unos protagonistas, cuyos secretos
inconfesables y sorprendentes arrastraran a unos y a otros a un torbellino
vivencial y emocional que cambiarán sus vidas de manera radical.
Así
el escritor, con maestría, construye una narración sobre el sentido de la culpa,
la tentación de la venganza y la imposibilidad del olvido, la dimensión de las
presencias y las ausencias, los miedos que suscita el peligroso ejercicio de
interrogar el ayer, la dificultad de hacer borrón y cuenta nueva o empezar desde
cero una nueva vida.
A
su vez, según vas leyendo la historia, es fácil comprobar la riqueza expresiva
de lo que nos comenta cada testimonio y cada párrafo es un arranque de
sinceridad que nos lleva al límite, pero que tiene una indudable utilidad, ya
que podemos percibir lo que cada personaje vivió. Indignación, rabia o el
resentimiento de dolor de la población civil.
La
guerra tiene sus colores, sus olores, su iluminación, su espacio. Tiene sus
propias palabras. En esta guerra dejada atrás, no hay héroes, ni hazañas increíbles;
tan solo hay seres humanos involucrados en una tarea inhumana: sobrevivir.
Modelando
a su antojo las existencias del rumano Vasile y la bosnia Zana. El nexo de
unión entre ambos, donde confluirán las tramas y subtramas de esta espléndida
novela, será el español Javier que, al igual que ellos, ocultará con la
visibilidad de sus cicatrices los silencios de unos inconfesables secretos.
Como telón de fondo, las consecuencias de las violaciones masivas en la guerra
de Bosnia, la cruenta revolución rumana.
No
obstante, entre sus páginas, tiene dilemas morales y éticos, habla de los
deseos humanos y de la voluntad de cambiar todo eso para el propio beneficio de
cada uno de los personajes. Superación, olvido… para la condición humana.
Todas
las vivencias contadas desde la memoria de lo más íntimo de sus protagonistas,
conforman una obra coral cuyo resultado es una única historia: lo que significó
y las consecuencias de la guerra.
Cada
uno de los cuatro protagonistas creados por el escritor cordobés son héroes,
valientes, intrépidos, audaces, pero también lo contrario, sufrirán el miedo,
el temor a perder la vida. Puesto que dentro de ese sentimiento hay espacio
para la solidaridad, el compañerismo, la compasión, la ternura. Pero sobre todo
el silencio, porque al terminar la guerra, ellos tuvieron que callar sus
miserias vividas.
Con
todo lo dicho, José Manuel Muñoz Serrano, se ha empeñado en subrayar que “De Cicatrices y silencios” no es una
novela histórica, sino una novela protagonizada por personajes que fueron
claves en un episodio histórico concreto.
Unos
personajes muy bien dibujados, muy humanos, llenos de sentimientos, como no
podía ser de otra forma. Unos sentimientos que los llevan a grandes pasiones,
pasiones de todo tipo: de amor, de odio, de poder, de venganza, de
resentimiento, de envidia. Unos personajes, todos ellos principales, todos
ellos gozan de importancia, que vamos a querer u odiar dependiendo de las
decisiones que tomen para reconstruir su vida; pero que en ningún caso nos van
a dejar indiferentes.
Amalgaman
una comedia humana en la que nada falta. Es el milagro de la literatura:
sumergidas en vidas normales, en personajes que muy fácilmente podríamos
identificar en nuestra cotidianidad, alumbran todo tipo de impresiones: las
pasiones, los odios, los miedos, la soledad… Cuatro emociones, arquetipo de lo
humano, delatores de esas manchas negras que les oscurece el alma como que
iluminan virtudes de las que no somos muy conscientes.
Un
envite y un desenlace que deja a los personajes, luminosos y con ecos cinematográficos.
Los
grandes méritos de esta obra literaria se insertan en la narrativa. En cambio, está
escrita desde la cornisa donde observan el mundo los desesperados.
Una
novela, pues, construida sobre dudas, incertidumbres pero también el esfuerzo
de olvidar y volver a vivir para inundar las calles por las que discurre la
acción. Preguntas difíciles de contestar y rastros que tal vez sea mejor no
seguir. Porque, como indica una cita de Juan Goytisolo: “Solo conduce a las
huellas de nuestros propios pies”.
La
prosa de José Manuel –bendecido desde siempre con el don de la musicalidad- se
anda en esa extraña región que hay entre la ternura y la dureza, entre lo bruto
y lo dulce, entre lo salvaje y lo domestico. Su estilo, estimulante, sagaz, me
recuerda a las telas tornasoladas, porque parece siempre a punto de ser otra
cosa, de mutar, de convertirse en algo móvil.
La
trama de la obra, al verse ligada con la vida real tiene muchos visos de
verosimilitud y está muy bien desarrollada. El autor ha sabido mantener la
tensión de la historia de una manera muy inteligente para así no perder el interés
en la lectura. Con agrado logra que cada palabra sea creíble y articula una
trama absorbente: tira del hilo del desvelamiento hacia el pasado y hacia el
futuro, dentro de la circularidad de una historia que empieza y acaba.
La
obra se lee con gusto, con mucho gusto, parece corta si solo te fijas en el
número de páginas. Engaña. Engañan los personajes y engaña la novela. La prosa
o la poesía, a veces, cuesta decidir cuál es el territorio donde nos
encontramos.
Una
lectura en la que de un modo natural nuestra respiración se acompasa a la del
lenguaje.
Esta
novela me ha atrapado. Dejadme que os anime a leerla. Preparaos para
introduciros en la parte más oscura de la psique humana y disponeos a disfrutar
de una novela que os dejará un pozo de reflexión.
Un
premio al lector, la exhibición de la fecundidad de un escritor en plena
madurez creativa y estilística. Palabras mayores.
Seguiremos
muy de cerca la carrera literaria de José Manuel. Como leí -no sé dónde- “uno
de esos escasísimos escritores que no necesitan escribir largo para decir
mucho.
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