Adoro
la belleza de tus piernas
tanto
que desde donde yo me encuentro
trato
de hacerlas centro
de
miradas explícitas eternas;
esas
miradas tiernas
que
van conmigo dentro,
y
donde llegan ellas, llego y entro
-sin
más rutas apócrifas alternas-
de
visita -en el lance de mi vista-
hasta
tus entrepiernas,
donde
pierdo la pista
cuando
se hacen las deudas más internas,
ese
fuego que siempre me despista,
y
que tú ante mis ojos bien gobiernas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario