Muchas
veces meditas:
no
vayas a la plaza,
torea
de salón, es más prudente.
Pero
hay cosas que siguen
un
curso peligroso,
al
margen de los círculos cuadrados,
y
alientan lo prohibido
mejor
que cualquier lidia por derecho.
Tal
vez haya un atajo
en
la suerte de varas,
o
en la fe de mirar hacia el tendido
para
encontrar un hueco
donde
acogerse en caso de abandono.
Pero
hay luchas que tienen
los
minutos contados,
como
este natural donde te juegas
la
última palabras,
el
verdadero reto de ser libre.
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