Ildefonso
Falcones es un autor muy irregular en su obra literaria desde mi punto de
vista. Lo conocí hace bastantes años ya con una primera novela que me gusto y
convenció: “La catedral del mar” que
es una de mis favoritas del autor. El resto de sus novelas han pasado por mis
manos con mayor o menor fortuna. Algunas me han hecho disfrutar y sin embargo,
otras, me han parecido tediosas y lentas como la anterior “Los herederos de la tierra”.
SINOPSIS: Barcelona,
1901. La ciudad vive días de gran agitación social. La oscura miseria de los
más desfavorecidos contrasta con la elegante opulencia de las grandes avenidas,
donde ya destacan algunos edificios singulares, símbolo de la llegada del Modernismo.
Dalmau
Sala, hijo de un anarquista ajusticiado, es un joven pintor que vive atrapado
entre dos mundos. Por un lado, su familia y Emma, la mujer que ama, son firmes
defensores de la lucha obrera; hombres y mujeres que no conocen el miedo a la
hora de exigir los derechos de los trabajadores. Por otro, su trabajo en el
taller de cerámica de don Manuel Bello, su mentor y un conservador burgués de
férreas creencias católicas, lo acerca a un ambiente donde imperan la riqueza y
la innovación creativa.
De
este modo, seducido por las tentadoras ofertas de una burguesía dispuesta a
comprar su obra y su conciencia, Dalmau tendrá que encontrar su auténtico
camino, como hombre y como artista, y alejarse de las noches de vino y drogas
para descubrir lo que de verdad le importa: sus valores, su esencia, el amor de
una mujer valiente y luchadora y, sobre todo, esos cuadros que brotan de su
imaginación y capturan en un lienzo las almas más miserables que deambulan por
las calles de una ciudad agitada por el germen de la rebeldía.
Hay
autores que son fieles a un estilo. En él se sienten más cómodos y es lógico
que no se alejen mucho de ese registro. Pero también saben que la formula les
ha funcionado con anterioridad y ¿por qué no repetir?
El
hilo conductor de “El pintor de almas”
se desarrolla en la Barcelona de comienzos de siglo, más concretamente en 1901,
hasta 1917, reanudándose de nuevo en 1932, donde nuestros personajes cierran el
libro.
Es
un paso por todo el proceso revolucionario, que tuvo lugar en Barcelona, desde
sus inicios en 1901, con huelgas de la construcción, en el sector de la metalurgia,
en los paros que realizaron las mujeres, en la movilización de los barrios
obreros con sus luchas en las calles y enfrentamientos por unas mejores
condiciones de vida, sobre todo para la mujer, que veía como la cantidad de
horas que realizaban de trabajo no se veían recompensadas de ninguna manera,
teniendo a su cargo la familia y la casa.
Frente
a ese sector de la población, la burguesía incipiente en sus grandes mansiones,
se olvidan del entorno en el que se desarrollan sus vidas, y será este estamento
quien da paso a una nueva ciudad donde los edificios modernistas van a cambiar
el semblante de la ciudad.
El
aplaudido escritor os ofrece un panorama sombrío en una ciudad que vive en
plena lucha de clases, con una burguesía acomodada y adinerada que controla los
resortes económicos y culturales y un estrado social formado por los obreros, oprimidos, que
malviven, o, mejor dicho, sobreviven en unas condiciones inhumanas.
Donde
la llegada del modernismo a la ciudad va a suponer un cambio trascendental dando
paso a grandes edificaciones.
Este
argumento le da la oportunidad a Ildefonso Falcones para vertebrar una historia
que gira principalmente alrededor de la tortuosa relación entre Dalmau Sala
dibujante de cerámicas y retratista y Emma una anarquista prototípica, pero con
unos elementos sociales, políticos y religiosos que convierten a Barcelona en
un constante polvorín que finalmente explota dando lugar a la Semana Trágica.
Al mismo tiempo se cuenta el cómo y el cuándo el “Emperador del Paralelo”
manipuló a conveniencia el descontento de una ciudad que iba entrando en la
modernidad. Por parte el autor hay una intención de sobrevolar la historia.
Con
el sello indiscutible de Falcones delinea el drama, la crudeza con la que
muestra lo peor de la naturaleza humana. Puesto que fueron tiempos de
desarrollo industrial, donde las condiciones de explotación eran terribles y la
cara más despiadada de la capital se dibuja en las personas más humildes, que
se dejaban sus vidas en sus puestos de trabajo por un escaso sueldo, sufriendo
en silencio por temor a ser despedidos. Una ciudad en la que por sus calles
deambulan los trinxeraires, más de diez
mil niños huérfanos, abandonados a su suerte, viviendo de los pequeños hurtos y
mendigando por llevarse a la boca un mendrugo.
Hay
que resaltar que, desde ese punto, el autor ha bordado con su escritura la
descripción de la situación de la mujer a comienzos del S. XX en Barcelona.
El
conjunto del libro trata temas y aspectos de la época: la pobreza, las
violaciones, las huelgas por mejorar los derechos de los trabajadores, las
clases sociales, la iglesia, etc; temas que creo que son muy interesantes de
conocer. Como el apabullante machismo rampante de la época.
En
esta, su última obra, son increíbles las apasionadas descripciones que realiza
del momento tan esplendoroso que vivió la arquitectura barcelonesa a principios
del Siglo XX. Los grandes artistas modernistas como Gaudí, Domènech, Puig… y
sus impresionantes edificios que aún hoy tenemos el privilegio de poder
contemplar.
Con
“El pintor de almas” Ildefonso
Falcones nos ofrece la poderosa historia de una época convulsa al tiempo que os
brinda una trama emocionante donde el amor, la pasión del arte, la lucha por
los ideales y la venganza se combinan con maestría para crear una Barcelona,
antaño sobria y gris, que ahora se encamina hacia un futuro brillante donde el
color y la esperanza empiezan a extenderse por sus casas y sus calles. La etapa
de principios del S. XX de una Barcelona modernista donde viven dos mundos
distintos; por una parte la opulencia de la clase burguesa y por la otra la
miseria y la lucha de las clases obreras. El contexto de la revolución social
que se vivió en la ciudad condal tras la primera guerra mundial.
Una
lección de historia que iréis recibiendo sin daros cuenta, con un ritmo ágil,
atrapando la trama. Un argumento atractivo, unas horas de lectura agradable, el
disfrute. Como en todos los relatos de Falcones, en esta poderosa novela no
faltan las escenas de erotismo, de ternura y de venganza. Una lectura resuelta
en la que seréis partícipes de la construcción de los genios de las atalayas
modernistas.
El
libro está bien escrito y con un argumento que os traslada de forma directa a
hechos de la España Contemporánea en una zona conflictiva. Se suceden en contexto
histórico que marcan el destino de inocentes. En primer lugar la Semana Trágica
donde incendiaron casi un centenar de iglesias. En segundo lugar la contienda
sangrienta que condujo a España contra los bereberes de Rif.
Los
hechos se relatan de forma lineal por lo
que su lectura es fácil y no lleva al error entre los personajes. Hay
descripciones que realiza el escritor barcelonés que prácticamente te llevan a los
lugares, a los olores, a los ambientes, a las ropas, a las cocinas, a las
cabezas con los pensamientos de cada personaje con sus miedos y sus
frustraciones.
Paralelamente,
es en el capítulo del arte donde más se aprecia el trabajo de documentación. De
ahí que, nombres de Puig i Domènech, Picasso o Gaudí aparezcan junto a descripciones
precisas de cómo en Barcelona se fue creando el caldo de cultivo idóneo para
las diferentes corrientes artísticas que se retroalimentaron en la urbe. De
modo que levantas la vista de las páginas y ves sus edificios, ese despertar
del art noeveau.
Por
lo que se refiere a, podría haber quedado en mero pastiche el retrato del
pintor y sus protagonistas, pero el escritor barcelonés, adquiere vuelo
literario en estas lides tan proclives al trazo grueso. Al margen de la
excesiva paginación, a Falcones hay que destacar las virtudes del narrador
limpio de disgregaciones. Quizás porque, sabiendo cuál es la fórmula de su
novela, no es preciso perderse en experimentos.
Ildefonso
Falcones es, desde luego, un maestro a la hora de plasmar historias
costumbristas. Su capacidad de dar vida a pequeños detalles es tan potente como
la de la creación de personajes que van creciendo ante la adversidad, y que
nunca se borran de la mente del lector. En este caso son de origen humilde,
modesto y luchador.
“El pintor de
almas”
está muy bien ambientado en la Barcelona de inicios del S XX, ese detalle hace
que se convierta en un personaje principal. A través de la vida de nuestros
protagonistas conoceremos los problemas de esa época, de la lucha por los
derechos de los trabajadores y la lucha de estos con los burgueses y la iglesia
debido a las grandes diferencias entre ambas estamentos sociales.
Los
personajes de esta novela son generalmente muy potentes, muy fuertes y que
defienden sus ideales pese a todas las adversidades por las que tienen que
pasar; enfrentan situaciones en extremo complicadas y hasta tristes, y en este
caso, no hay excepción.
Nuestros
dos protagonistas irán cambiando de forma espectacular a lo largo de la novela
mientras intentan superar tanto sus éxitos como sus fracasos.
Se
puede observar como el perfil de ambos personajes le permite al escritor
adentrar en el contexto histórico a los protagonistas Dalmau Sala, artista de
talento, es el vehículo para contarnos las obras modernistas y todo el
trascurrir social; y Emma, muchacha de inclinaciones revolucionarias,
anarquista y del partido republicano, trabajadora reivindicativa que abrirá las
puertas a una lucha férrea por los derechos de igualdad. Y con estos dos
ingredientes la historia que os cuenta el autor barcelonés es básicamente los avatares
de su relación. De hecho, la estructura narrativa va alternando la vida de uno
y otro, aunque sin hacerlo explícito.
Además
cuenta con personajes secundarios muy interesantes y diferentes que acompañarán
a nuestros protagonistas durante toda la novela.
Pero
la gran baza de esta novela, más allá de su excelente trama argumental, es la
fascinante historia de sus personajes a través de la recreación de la
construcción de edificios, ahora emblemáticos y las referencias a los
arquitectos que revolucionaron las calles de la ciudad.
Esta
novela es un culmen de sensaciones porque la historia que hay detrás de Dalmau,
Emma, Josefa, Montserrat es el reflejo de una sociedad que luchó por ser libres
y por vivir como quería y no se según la imposición.
En
resumen, más de lo mismo pero inspirado. Como dijo Voltaire. “La escritura es
la pintura de la voz”, y usted, Ildefonso Falcones, ha sabido transmitirme ese
sentimiento con sus palabras, ha conseguido desertarme una multitud de
emociones y ha hecho posible que mi imaginación vuele.
Hola.
ResponderEliminarEste libro lo voy a dejar pasar, no me llama mucho y ademas no es un genero que suela leer. Gracias por la reseña.
Por cierto, acabo de encontrar tu blog y me quedo por aquí. Te invito a pasarte por el mio.
Nos leemos.
Hola Carolina.
ResponderEliminarNo te preocupes, todos los libros tienen y encuentran su momento. Hay muchos para leer y disfrutar de su lectura.
Gracias por quedarte. Nos vemos en tu blog y nos leemos.
Un saludo.