Ilustración autor desconocido.
En
ti ruge la sangre como un río
donde
el sol restregara su cabeza.
Tu
puño es una flor de fortaleza.
Da
a las piedras tu pecho el señorío.
El
espejismo eras con tu brío y
del
viento recoges tu destreza.
Si
quisiese la tierra otra corteza
Sólo
tu piel sirviera a su albedrío.
Establece
tu espalda nueva rampa:
allá
la luz su médula difunde,
y
te penetra y dora el esqueleto.
Un
rajo fecundo, ávido y secreto
te
prolonga la frente y la confunde con
la
huella más tibia de la pampa.
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