miércoles, 27 de mayo de 2020

YA NADIE LLORA POR MÍ. Sergio Ramírez.


“Ya nadie llora por mí” es la continuación de las andanzas policiales, aunque fuera del cuerpo, del inspector Dolores Morales, creado por el escritor nicaragüense Sergio Ramírez -Premio Cervantes 2017-, casi una década después.

SINOPSIS: El inspector Dolores Morales está dado de baja en la Policía Nacional des- de hace años. Corren los tiempos presentes, y ahora trabaja como investigador privado desde su agencia establecida en un shopping center de Managua venido a menos. Su labor principal es investigar adulterios de una clientela de pocos recursos. Pero un encargo va a sacarle de la rutina: ha desaparecido Marcela, la hijastra del millonario Miguel Soto, quien contrata a Morales para encontrarla.
Pronto la desaparición de la joven se revela como la punta de un iceberg en el que toman forma la corrupción y el abuso de poder que subyace el discurso revolucionario de la Nicaragua contemporánea. Es ese el momento en que Morales entiende que el éxito del caso no depende de descubrir el paradero de la chica, sino de averiguar las verdaderas razones por las que ha desaparecido.






Si en sus novelas anteriores Sergio Ramírez había recurrido al correo electrónico, en “Ya nadie llora por mí” tendréis a twitter como uno de los protagonistas. Esta es por tanto una novela muy contemporánea en cuanto a los elementos que la componen, arraigada firmemente en la realidad histórica de la Nicaragua actual, es un tobogán que sube y baja de las altas esferas de la sociedad nicaragüense.
La obra que comento es novedosa en cuanto al recurso narrativo de la voz en off de un personaje muerto. La acompaña una trama en esta novela aparentemente bien sencilla.
El departamento de Narcóticos de Managua tenía que investigar la desaparición de una mujer siguiendo las pistas que se vertebran a través de un yate abandonado, sospechoso de traficar con estupefacientes. El argumento, a priori, no distaba mucho de cualquier otro thriller o intento de encontrase algo similar en las estanterías de medio mundo. Por consiguiente, lo que lo hizo diferente, desde el primer momento, es el estilo del autor, sencillo y directo, con diálogos sin una coma de más y una mordacidad que desnuda sistemas de poderosa contradicción.
El género policiaco le ha servido al escritor nicaragüense para mostrar la corrupción y los bajos fondos de la alta burguesía de Nicaragua, así como su clase media y su lumpen proletariado. Con una democracia joven y corrupta ¿les suena…? Donde los que vienen de atrás ya estaban posicionados mucho antes del cambio político-social y donde el tipo medio se ve vapuleado por sus propias frustraciones.
De perlitas como esta está trufada toda la narración. El autor tiene un pulso encomiable para la escritura, las imágenes que nos muestra, los personajes y sus interacciones tienen una profunda gracia, se disfruta como un niño pequeño el jugueteo que mantiene con el idioma y más aún con la manera de ver la vida de todos los protagonistas, todos ellos hijos del sandinismo.
“Ya nadie llora por mí” es sin duda una buena novela, que se lee fácilmente y entretiene, pero no la clasificaría de entre las mejores novelas del escritor.

Sergio Ramírez, maestro del relato socio-político, mediático, económico, militar, revolucionario y moral de Nicaragua; juega una vez más con el lector, llevándolo hacia adelante y hacia atrás en el tiempo y en espacio a su antojo, con una gran maestría de escritor moderno.
“Ya nadie llora por mi” recrea aspectos de la Nicaragua actual como los abusos de poder, la censura, el deterioro de los derechos humanos. Una rica variedad de miradas que nos van dando el informe, rico en detalles, cambios y descripciones acertadas de la Managua de los mercados, las iglesias evangelistas, los azarosos barrios y el clima de una sociedad que cambia.
La trama tiene su toque cargada de ironía, humor negro y una lúcida visión de conjunto, Ramírez traza un impecable retrato social en la más pura tradición del género negro. Indudablemente el encanto de esta novela, cruda y vertiginosa, sonriente en definitiva, no cesará.
El lenguaje popular, soez y vulgar, que utiliza generalmente el pueblo Nicaragua forma parte de ese mural que la novela presenta. Reconozco que al principio me ha costado seguirlos  porque contienen muchos giros y modismos del lenguaje propios de su lengua, un poco como lo que ocurre leyendo a Vargas Llosa, que cuesta entenderlos hasta que te acostumbras.
A pesar de lo oscuro de la trama, el autor ha sabido sacarle brillo utilizando frases con doble sentido, todo ello con un trasfondo de crítica al poder que deja patente su desencanto.
Lo único que queda al resto de los lectores es leer y disfrutar, porque el escritor, os hará muy fácil el camino con capítulos perfectamente estructurados que dotan a la novela en general  de ese ritmo adecuado para acunar y contar al oído esas historias llenas de secretos que todo el mundo sabe.

El escritor explica que la historia contemporánea de Nicaragua es el hilo conductor de la novela cuyo protagonista es un personaje un tanto oscuro y desesperado, a través del que se refleja en la actualidad no solo de Nicaragua, sino también, del resto de América Latina.
Muchos de los personajes de esta novela son personas del pueblo, algunos son dirigentes sandinistas, otros son trabajadores de la basura, desamparados y drogadictos. Con maestría, el autor, ha tratado de reflejar ese estrato del lenguaje nicaragüense en su novela.
Dicho lo anterior, son unos personajes destilados a martillo y cincel, con  un entorno paisajístico y cultural tan desconocidos como apasionantes.
Otra cosa muy interesante que observamos en “Ya nadie llora por mí” es la presencia de un interlocutor que está constantemente dialogando con los personajes, sin ser él un personaje vivo en la novela.
Un fresco equilibrado, entre la crítica y el esperpento, construido sobre una galería de personajes con luz propia como la revenda Úrsula que gestiona el albergue para indigentes “El tabernáculo del ejército de Dios”, los barberos informantes Apolonio y Ovidio, el abortista reciclado en cobrador de deudas Vademécum, el corrupto jefe de Inteligencia Tongolele o el Rey de los Zopilotes Hermógenes, entre tantos otros.

La novela se plantea describir una realidad, imponer puntos de vistas diferentes y si el lector saca sus propias conclusiones, quiere decir que la descripción que el novelista ha interpretado es efectiva, ha sido eficaz frente a los ojos del lector, porque está reconociéndose en esta realidad.

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