El
rostro del paisaje es una máscara
en
que el tiempo labró, con surcos
de
hierro y hueso, su carácter.
Miro
y observo intentando descifrar,
a
través de errores de luz y ojos de agua,
un
signo de temor y el recuerdo de una lucha
bajo
la voluntad de la tierra:
pues
el hombre conserva bajo su máscara
el
niño que un día fue.
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