Con “La vida desnuda” de Mónica Carrillo se
ha alzado con el XXVII Premio Azorín de Novela 2020.
Tras leer "Olvidé decirte quiero" os traigo la reseña de su nueva novela.
Una
llamada de teléfono lo cambió todo. Cuando Gala emprende el viaje para
despedirse de su abuela Rosario no puede imaginar que pronto descubrirá que
nada es lo que parece en su familia: a pesar de las apariencias, o precisamente
por ellas, todos tienen una vida pública que muestran al mundo, una vida
privada reservada para unos pocos y una vida secreta que permanece oculta para
todos. Poco a poco, Gala irá destapando las distintas capas que envuelven a sus
padres, a su hermano Mauro y a su tía Julia. Y en la cima de tantos
descubrimientos hallará aquello que siempre buscó y que se le resistía: el amor
sin condiciones.
La
vida desnuda, Premio Azorín de Novela 2020, es el viaje de Gala a los secretos
de su familia. Un recorrido emotivo y sorprendente en el que ella misma
terminará siendo una persona distinta a la que comenzó.
Me atrevería a decir que es la novela más íntima que ha escrito Mónica.
Lo
cierto es que, sí que hay transmisión de emociones, a lo largo de la novela que
se distinguen por encima de las demás como son el miedo, las inseguridades y
los mapas mentales con que a veces tenemos que convivir, y seguir creciendo. Los
temas que aborda la autora en la novela son el peso de la familia y sus
secretos, el amor verdadero, el adiós a la infancia, la búsqueda esperanzadora
de la felicidad. Y todo ello lleva a los prejuicios. Nada ocurre por
casualidad.
“La vida desnuda” es un drama en varios
actos, un repaso a una familia que tras su apariencia de éxito oculta los
secretos de cada uno de sus miembros, esas vidas secretas, como Carrillo las
define, que no están al alcance de nadie pero que perturban el clima familiar
cuando no se convierten en armas que hieren a quienes supuestamente queremos.
Con esto quiero decir, que no es un libro negativo en el sentido amplio de
la palabra ni genera desazón, pero sí sobrevuela la historia a través de
sentimientos que pueden considerarse como tales y que, en general, tratamos de
ocultar de nuestra vida pública. Su intención es reflexionar sobre las
emociones, sobre el mundo de los secretos en este caso y en particular este
mundo, de los secretos, tiene mucho que ver con el sentimiento de culpa y con
el miedo: a defraudar, a no ser aceptado, a decepcionar… Esos son sentimientos
negativos pero existen. Creo que es una novela vitalicia, pero es cierto que la
vida lleva aparejadas muchas sensaciones y algunas son positivas y otras no
tanto.
Hasta aquí todo correcto. Todos esperábamos unos secretos inconfesables en
esa pudiente familia. Que solo nosotros, estimados lectores, podamos conocer de
mano: o de los protagonistas o de la autora. Una trama en la cual se fuera
enredando más y más el pasado de la familia, incluyendo esa constante de Gala
en la cual hace referencia explícita a que ella mató a su abuelo Fermín.
Y eso es sinceramente lo que esperamos: pero es tanto
lo esperado, que finalmente obtenemos una limitada recompensa.
Además, otro asunto que le resta calidad a la novela resulta el hecho de
que de la nada y sin mediar palabra, todos y cada uno de los protagonistas:
papá, mamá, Mauro, la tía, incluso el australiano del tren, comienzan a contar
sus historias sin venir a cuento y como resultado tenemos unas confesiones forzadas, metidas con
calzador en una trama de por sí un tanto apretada.
Nuevamente aun presentando unos ingredientes de interés, acaba navegando
entre dos aguas.
Mónica Carrillo logra seducir a los lectores con esta emotiva novela, en la que su prosa, envolvente, os trasporta hasta los rincones más íntimos del ser humano. Cualquiera puede sentirse cercano a Gala, su protagonista, una mujer que sigue enamorada de su exnovio tocada por los acontecimientos familiares que suceden en su vida. Es fácil empatizar con ella.
En nuestro
interior, todos. Todos nos conocemos. Otra cosa es que no nos apetezca mirar
hacia dentro, porque hay veces que mirarse al espejo desnudo supone un
ejercicio de sinceridad absoluta y conlleva situaciones dolorosas. Pero también
es la realidad. Mirarse desnudo frente al espejo es lo mejor que puede hacer
uno mismo para entenderse, aceptarse, para vivir en equilibrio y armonía.
Con
habilidad, la autora se hace valer de la primera persona del singular, tan personal
y próxima, para narrar con ritmo la historia de gala y la de los suyos. Una
historia que no os será ajena. La escritora ilicitana consigue ir siempre de la
mano de los lectores y demuestra su extraordinaria capacidad para haceros
pensar sobre el sentido de nuestra vida. “La
vida desnuda” conmueve y en ocasiones intriga a partes iguales.
Tenemos que aplaudir la forma en que la autora nos conduce por esas tres
vidas, haciendo de ellas tres partes bien diferenciadas en la novela bajo los
títulos explícitos de: Vida, Vida privada y Vida secreta. Mantiene nuestra
atención, y la tensión de encontrar esa verdad oculta nos mantiene despiertos.
Es por ello que cuando vemos venir el tercer y último bloque del libro nos
esperamos fuegos artificiales, el summum de la historia. Muy conseguido. Pero
no, seguimos igual que antes, escuchando confesiones banales, sentimientos
universales, y reflexiones que no conducen a nada. Y que la tía solo cuente su
historia cuando lleva unas copas de más encima -en realidad creo que todos los
personajes acaban haciendo lo mismo: confesar cuando van un poco achispados- no
resulta muy cómodo para el lector.
Bajo el personaje de Gala, Carrillo elucubra sobre los sentimientos, la
culpa y las decisiones correctas, sobre decidir con el corazón o con la cabeza,
pero sobretodo, de ser capaz de vivir nuestra propia vida sin ser juzgados.
La cercanía con el personaje, con sus logros y sus desdichas, crece al
igual que la reflexión final, que será inevitable en todo aquel que bucee en
sus páginas: ¿Qué vivimos? ¿Cuáles son nuestros secretos? ¿De qué depende
nuestra felicidad? Poco a poco, Mónica Carrillo va destapando las distintas
capas que arropan a los personajes: los padres de gala, su hermano Mauro, su
tía Julia… Tras destaparlas, una a una, la protagonista hallará aquello que
siempre buscó y que parecía resistírsele: el amor sin condiciones.
Pero para llegar a este punto, la autora ahondará en la memoria y las
trayectorias vitales de los personajes. Una acertada narración, los diálogos
son vivos, las descripciones precisas y los lugares por los que transita, común
para la mayoría de los lectores, Oficio y sensibilidad no le faltan.
Poco más puedo contar. “La vida
desnuda” me ha parecido una historia bastante sencilla. Tiene el aliciente
de los secretos familiares, pero son asuntos más o menos cotidianos, fáciles de
encontrar en cualquier familia. Por eso resulta una historia cercana y
accesible, con reflexiones que están a nuestro alcance. Destaco el personaje de
Gala y la tía Julia, así como esas escenas en las que me he visto retratado.
Sin que me haya dejado una huella indeleble, “La visa desnuda” me ha resultado una lectura agradable, sin
grandes alharacas, que se lee en un suspiro.
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