Nuestra fiesta ha terminado. Los actores,
como ya te dije, eran espíritus
y se han disueltos en aire, en aire leve,
y, cual la obra sin cimientos de esta fantasía,
las torres con sus nubes, los regios palacios,
los templos solemnes, el inmenso mundo
y cunatos lo hereden, todo se disipará
e, igual que se ha esfumado mi etérea función,
no quedará ni polvo. Somos de la misma
materia que los sueños, y nuestra breve vida
culmina en un dormir. Estoy turbado.
Disculpa mi flaqueza; mi mente está
agitada.
No te inquiete mi dolencia. Si gustas,
retírate a mi celda y reposa.
Pasaré un momento por calmar
mi ánimo excitado.
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