El
Amor me saludó, bienvenido – pero mi alma retrocedió;
era
culpable, de polvo y pecado.
Pero
el Amor, de una vista aguda
–
observándome creciendo vago, de mi primera entrada –
se
avecinó a mí, y me preguntó si carecí alguna cosa.
Y
contesté: Un invitado, merecedor de estar aquí.
El
Amor dijo: Tú serás él.
Yo,
antipático e ingrato, hablé: Ah, querido, no puedo contemplarte.
El
Amor, sonriendo, agarró mi mano y respondió:
¿Quién
creó los ojos? Fui yo, claro.
Verdad,
mi Señor, pero los arruiné;
pues
deja mi vergüenza, que vaya donde merece.
¿Y
no sabes quién soportó la culpa? dice el Amor.
Entonces,
querido, yo cumpliré.
Tienes
que sentarte – ¡saborea la carne! dice el Amor.
Y
me senté – y comí.
Me encanto!!! mi alma retrocedió culpable de polvo y pecado. Bellisimo.
ResponderEliminarHola Buho. Me alegro que te haya gustado. Gracias por pasarte y comentar.
EliminarUn saludo.