lunes, 5 de septiembre de 2022

ELENA SABE. Claudia Piñeiro.

La inmisericorde prosa de Claudia Piñeiro, en “Elena sabe”, breve novela que relata un presunto crimen con una investigadora que se sale de todos los moldes de la imaginación.
 
SINOPSIS: Poco después de que Rita aparezca muerta en la iglesia que suele frecuentar, la investigación se da por cerrada y su madre es la única que no renuncia a esclarecer el crimen. Pero asediada por la enfermedad, ella es también la menos indicada para encabezar la búsqueda del asesino.
Un penoso viaje de los suburbios a la Capital y una conversación reveladora guían la trama de esta novela íntima y crítica donde el cuerpo femenino es el verdadero protagonista.
Elena sabe desnuda a la vez los secretos de sus personajes y las facetas ocultas del autoritarismo y la hipocresía que pueden determinar el curso de una vida. Un relato que rompe el silencio y se pronuncia en voz alta sobre la libertad de elegir. Fue galardonada con el Premio LiBeraturpreis 2010 a la mejor novela escrita por una mujer.
 
 
 
“Elena sabe” es un thriller que muestra el camino a resolver de un suicidio, el de Rita, la hija de Elena, convencida como está que no se suicidó, como afirma el informe la policía y del forense. Porque “No pudo hacerlo ella, se lo hicieron…” Y la novela va a ir desvelando la respuesta a ese enigma. De ese modo, “Elena sabe” se articula en torno a la búsqueda silenciosa de una madre.
Mientras construye la tensión creciente de su relato, Claudia Piñeiro se expande abriendo una novela a una dimensión dramática verdaderamente interesante, en la que los juegos de poder, el autoritarismo inyectado a la frustración acumulada a la pérdida de un ser querido acaban contribuyendo, desde una dirección distinta, a incrementar el desasosiego de un lector que se siente perdido, pese a que, igual que le ocurre a Elena, sabe que no lo está. Todo en la novela es un juego de pasadizos por las herrumbrosas catacumbas de una sociedad cuyos valores se encuentran en plena decadencia.
Entre pastilla y pastilla, entre pequeños pasos, apretados, doloridos, iréis conociendo a Elena y a Rita, tejen una historia donde viven la maternidad de manera diferente. La sensibilidad levanta una barrera que puede salvar la inteligencia.
Piñeiro muestra los problemas de la condición femenina en la Argentina actual. La maternidad y el derecho de las mujeres a un uso más libre de sus cuerpos, la vulnerabilidad de la vejez y la enfermedad, los mandatos sociales y religiosos que presionaron e impiden alcanzar una modesta forma de felicidad, son los temas de fondo.
La anécdota parece simple, pero la autora la llena de significados y observaciones sobre la vida de hoy en ese espejo de aquello que no sabemos ni queremos saber. El libro te lleva de la mano, te arrastra aunque no quieras.
 
Si lees “Elena sabe”, no podrás volver a mirar a los enfermos de Parkinson de la misma manera, una vez que, gracias a esta novela, te hayas metido en la mente de alguien que padece esta enfermedad.
Con un interesante estilo narrativo y un comienzo lento, denso, difícil. Claudia Piñeiro consigue que penetréis no solo en la maraña de pensamientos, preocupaciones y recuerdos de Elena, sino que también os sumerge en su dolor, su impotencia y sus frustraciones. La acompañamos por su penosa, cruel y dura vida cotidiana, sus limitaciones creando en el lector una atmósfera desasosegante, de intriga y desazón.
El contexto es el de la narración oral, con un estilo cuidado, pulido, ostentosamente literario, Piñeiro deja fluir un modo conversatorio como si el que cuenta hubiera sido grabado en directo, con el desmañado modo que tenemos de hacer nuestras confidencias.
Hábilmente, la autora siembra el texto de pistas falsas y hace un uso creativo del punto de vista para sostener la tensión de la novela.
Contar lo que cuenta aquí sin caer en el melodrama no es fácil. Pero Piñeiro lo consigue. Hay ritmo y equilibrio en el relato; la alternancia en el momento presente y los saltos temporales estructura una historia en la que se va desvelando poco a poco la naturaleza de Rita y Elena. Y finalmente el encuentro de la protagonista es un clímax, un dialogo escrito con maestría, brillante y terrible.
 
No son muchos los personajes que tendréis, pero con los pocos que hay sobra para hablar largo y tendido. Los resumo que son complicados, bien definidos y reales. Elena y su fallecida hija Rita componen un retrato maternofilial muy atípico. Nada dado a endulzar la realidad más bien, quizás, a amargar un poco, saben que la verdad duele y ofende y, aun así, se aferran a ella.
La protagonista, Elena, es una protagonista desacostumbrada, inusual, una mujer a la que la enfermedad ha convertido en anciana prematura, sobrecogedoramente sola, empeñada en resolver un crimen contra la opinión de todos, que la toman por demente.
Pero en realidad no se trata del asesinato de su hija, se trata de su soledad, de su decadencia, de su enfermedad, de los rituales y de los prejuicios. Su jornada no está dividida por horas sino por las cuatro astillas de “Levodopa” distribuidas a lo largo de su jornada.
La novela que alberga en su interior, porque Claudia Piñeiro es una escritora fascinante y lo demuestra en cada frase, cada recoveco del pensamiento de Elena, cada recuerdo que la lleva a descubrir un personaje tan rico y tan lleno de vida, aunque su cuerpo no le responda como ella necesita.
Sin duda una de la mejores novelas que leí en el último tiempo, una novela que no tiene nada que ver con el placer de leer. Porque es dura, durísima.
 
Una historia realista y cruda, narrada sin tapujos, sobre dos personajes atrapados en sus diferentes pero implacables circunstancias, en la que la autora nos envuelve, nos implica y nos conmueve.
 

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