Al
sueño le crecen
cabellos
de yerba.
Al
sueño le nacen
azules
gacelas,
que
muerden los prados,
que
triscan las eras;
que
pacen las noches
sin
que el sueño pueda
cortarse
sus ramas
de
verdes almendras.
Al
sueño le llaman
y
el sueño contesta,
con
sus ojos claros
y
su boca lenta,
que
dice palabras
que
el sueño se inventa.
Duérmete,
mi vida,
niña
de la tierra:
que
el sueño te canta
para
que te duermas.
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