He caminado por la arena nivelada
a lo largo de una extensión de gris:
desde lo alto de las dunas al estremo del mar,
salvo yo no hay ningún ser vivo.
He echado el pesado cerrojo
contra los golpecitos de la lluvia,
y he tiritado ante la chimenea, para ver cómo
pasan las horas oscuras.
La tormenta de medianoche, el litoral desolado:
viví a solas con ellos;
pero aquí, en el recodo de tu brazo,
está la soledad.
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