He
aquí la lluvia:
los
aires callados remece,
y
las golondrinas
-gaviotas
de mínimos peces-
las
aguas oscuras, tranquilas,
rizan
en los lagos.
Un
olor de heno
satura
recintos y campos.
Y
el año se va
sin
dar un lamento,
ni
lanzar un grito,
que
un día más
pudiera
ganar de improviso.
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