Lío
tabaco en un papel; agarro
lumbre
y lo enciendo, arde ya medida
que
arde, muere; muere y enseguida
tiro
la punta, bárrenla... Y al carro!
Un
alma envuelve Dios en frágil barro,
y
la enciende en la lumbre de la vida,
chupa
el tiempo y resulta en la partida
un
cadáver. El hombre es un cigarro.
La
ceniza que cae es su ventura;
el
humo que se eleva su esperanza;
lo
que arderá después su loco anhelo.
Cigarro
tras cigarro el tiempo apura;
colilla
tras colilla al hoyo lanza,
pero
el aroma... ¡Piérdase en el cielo!
No hay comentarios:
Publicar un comentario