Lunas,
marfiles, instrumentos, rosas,
lámparas
y la línea de Durero,
las
nueve cifras y el cambiante cero,
debo
fingir que existen esas cosas.
Debo
fingir que en el pasado fueron
Persépolis
y Roma y que una arena
sutil
midió la suerte de la almena
que
los siglos de hierro deshicieron.
Debo
fingir las armas y la pira
de
la epopeya y los pesados mares
que
roen de la tierra los pilares.
Debo
fingir que hay otros. Es mentira.
Sólo
tú eres. Tú, mi desventura
y
mi ventura, inagotable y pura.
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