Dicen
que no hablan las plantas, ni las fuentes, ni los pájaros,
Ni
el onda con sus rumores, ni con su brillo los astros,
Lo
dicen, pero no es cierto, pues siempre cuando yo paso,
De
mí murmuran y exclaman:
—Ahí va la loca soñando
Con
la eterna primavera de la vida y de los campos,
Y
ya bien pronto, bien pronto, tendrá los cabellos canos,
Y
ve temblando, aterida, que cubre la escarcha el prado.
—Hay
canas en mi cabeza, hay en los prados escarcha,
Mas
yo prosigo soñando, pobre, incurable sonámbula,
Con
la eterna primavera de la vida que se apaga
Y
la perenne frescura de los campos y las almas,
Aunque
los unos se agostan y aunque las otras se abrasan.
Astros
y fuentes y flores, no murmuréis de mis sueños,
Sin
ellos, ¿cómo admiraros ni cómo vivir sin ellos?
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