En
septiembre 2015 María Uruña irrumpió en el panorama del género policial
español. Un complicado caso con una larga historia familiar detrás en torno a
la localidad de cántabra de Suances. Aquella novela se titulaba “Puerto escondido”.
¿Por
qué motivo puede decidir un autor escribir sobre algo de lo que no tiene ni
idea? No lo sé, para mí también es un misterio. Cada historia nace de un
pálpito, de una sensación absolutamente irracional. Si tienes una idea, tienes
una historia: sólo debes trabajarla. Así nació: “Un lugar a donde ir”, cuenta la escritora.
SINOPSIS: Han
transcurrido varios meses desde que Suances, un pequeño pueblo de la costa
cántabra, fuese testigo de varios asesinatos que sacudieron a sus habitantes.
Sin embargo, cuando ya todo parecía haber vuelto a la normalidad, aparece el
cadáver de una joven en La Mota de Trespalacios, un recóndito lugar donde se
encuentran las ruinas de una inusual construcción medieval. Lo más sorprendente
del asunto no es que la joven vaya ataviada como una exquisita princesa del
medievo, sino el objeto que porta entre sus manos y el extraordinario resultado
forense de la autopsia.
Cuando
hasta los más escépticos comienzan a plantearse un imposible viaje en el
tiempo, comienzan a ocurrir más asesinatos en la zona que parecen estar
indisolublemente unidos a la muerte de la misteriosa dama medieval.
Mientras
Valentina Redondo y su equipo investigan los hechos a contrarreloj, Oliver
Gordon, ayudado por su viejo amigo de la infancia, el músico Michael Blake,
buscará sin descanso el paradero de su hermano Guillermo, desaparecido desde
hace ya dos años, y descubrirá que la verdad se dibuja con contornos punzantes
e inesperados.
“Un lugar a
donde ir”,
me ha resultado una novela entretenida pero a la vez impactante en la que, como
sucedió en su predecesora, tenemos una parte de la historia que se remonta al
pasado.
En
este caso, no lo hace tanto tiempo atrás y nos lleva a una temática
completamente diferente. Este es el punto de partida, de una historia, que
mezcla, aunque no en la misma proporción, una investigación criminal con las
subtramas personales de sus protagonistas que tienen un cariz familiar.
Personalmente,
esa mezcla, me encanta porque siento los personajes más humanos y cercanos
además de que hay varios puntos que generan intriga. Y acertadamente la trama
va ganando conforme pasamos las páginas. Gana en complejidad y en interés.
La
obra se centra en unos meses después de los hechos acontecidos en “Puerto escondido”, Valentina Redondo y
Oliver Gordon consolidan, paso a paso, su relación. La aparente tranquilidad en
la que se desenvuelven sus vidas se ve rota con la aparición del cadáver de una
mujer ataviada al más puro estilo medieval en las ruinas de la Mota de
Trespalacios. Sin heridas ni marcas en el cuerpo y con una llamativa puesta en
escena, como si la mujer parece haber salido a través de un túnel en el tiempo.
Comienza
así una novela en la que María Oruña despliega las piezas de un puzle e invita
al lector a encajarlas para llegar a la resolución final. Desde ya os advierto
que no lo pone nada fácil y cuando uno teme, tras descartar un sospechoso tras
otro, que pueda despachar al lector con un truco de magia, la autora os ofrece
un desenlace sorprendente y coherente con todo lo leído.
Mientras
tanto las cuevas y la perforación de la tierra son temas fundamentales en una
novela que es también un homenaje a arqueólogos y espeólogos y una crítica al
abandono y el desamparo en el que deben trabajar en muchas ocasiones. Es
también una novela que invita al lector a reflexiones poco habituales en el
género y es que desde el título la autora hace toda una declaración de
intenciones y entre las páginas de “Un
lugar a donde ir” encontrareis mucho sobre las motivaciones que cada cual
tiene para levantarse cada mañana.
“Un lugar a
donde ir”,
se dibuja como un juego de entretenimiento e inteligencia en forma de “thriller
reflexivo”.
Para
mí, uno de los puntos fuertes de la novela es la estructura que construye de
manera definitiva a acrecentar el suspense y por otro lado el interés del
lector. En la novela, tendréis tres planos temporales, tres narraciones que
confluyen al final de la novela y os harán ver la historia con una perspectiva
amplia y total, conociendo todos los detalles que llevan a este asesinato en
Suances.
La
autora viguesa cuenta la historia de un modo lineal. Ella, al igual que hiciera
en “Puerto escondido”, va mezclando
el presente con el pasado, estrechando cada vez más el tiempo que separa ambas
historias hasta que se juntan en el tan esperado final.
En
este caso, tenemos la historia presente, en la que trata de desenmascarar quién
y por qué ha aparecido un cadáver en tan extrañas circunstancias. Y junto a
esta historia, viajamos unos años más atrás para conocer a un grupo de
investigadores, aficionados a la espeleología que buscan encontrar bajo tierra
los secretos más ocultos del planeta.
Por
su parte, esta vez Oliver representa un papel secundario, que sigue buscando a
su hermano Guillermo, desaparecido dos años atrás, recibiendo además una visita
inesperada.
Y
todo ello, os lo cuenta María Oruñá, con un estilo cuidado, elegante y directo,
apreciareis la evolución tanto en la estructura de la novela que si bien
comienza con un ritmo pausado va ganando en intensidad conforme avanzamos en la
lectura. Como en su prosa muy elaborada y pulcra que ha ganado en fluidez
combinando con naturalidad la pura investigación criminal con otros elementos
muy alejados del género negro como puede ser los históricos y los científicos.
Así mismo, cuenta con varias subtramas quien irá entretejiendo para componer
una historia compleja, y está narrada en distintas voces que hilarán
perfectamente la historia demostrando así la autoría que sus novelas van más
allá de una mera etiqueta.
Una
historia llena de musicalidad porque esta novela tiene una banda sonora propia.
Técnica
depurada, nueva aventura y juego con el lector es lo que podréis encontrar en
un libro que nos llevará por todos los rincones de vuestra alma, mediante sus
personajes, para ser capaces de encontrar ese lugar al que debemos y tenemos
que ir.
Yo
ya lo he encontrado y ahora te reto a ti lector, ¿has encontrado ese lugar?
Muy
destacable es, en esta obra, el perfil que se realiza de todos los personajes
que aparecen en la novela tanto principales como secundarios.
Conviene
subrayar, la estructura de Oruña, destaca por el interés en la psicología de
sus personajes llenos de matices. Cada uno de ellos busca una dirección en su
vida. Amor, conocimiento, tranquilidad, venganza, justicia… y hasta los
personajes más insignificantes e intermitentes en la obra reflejan un laborioso
trabajo de introspección y búsqueda interior por parte de la autora.
Aquí
conoceremos a cuatro amigos, amantes del medievo, y la espeleología, que se
moverán por escenarios como: Italia, Alemania y Polonia. Este cuarteto está
formado por Marc, Wanda, Helder y Paolo, que tendrá un papel fundamental en la
novela. Me ha gustado la sincronización que forma y la conexión de éstos con la
trama anterior.
Innegable
es que, María Oruña, ha conseguido crear una novela que invita a la reflexión
porque sus personajes buscarán sus propias motivaciones en esta vida así como
también renunciaran a otras muchas. Personas reales, de carne y hueso, con sus
luces y sombras que necesitan respirar y sentirse vivos, en una persecución
incansable del conocimiento y la aventura.
A
través de las páginas de esta nueva estrega María Oruña se apuntala dentro del
mundo literario como una escritora con recursos, buena capacidad descriptiva y
empática junto con una poderosa imaginación.
Es
una novela para disfrutar. Con una metáfora por título. Al final los personajes
–en la literatura como en la vida-, buscan, sortear caminos y eligen otros con
la pertinente carga de riesgo a equivocarse o acertar. Una trama compleja bien
armada que va ganando en intensidad y ritmo conforme avanzamos en su lectura.
Una
novela con la que la autora viguesa vuelve a dejarnos con más ganas.
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