El uno vea su márbreo cuello,
el otro, su firme torso ya adulto
y ambos se preguntarán qué fue aquello
que por todo lo alto quedó, y no oculto.
Y ambos qué dieran por no sufrir de ello,
obsequios son tormento con indulto.
Sin inmutarse pasará el tumulto
tan incapaz de contemplar lo bello.
Ni sobornada vería la caterva
la opulencia del mozo descubierta
cuando no sean el que admirado observa.
Ni es la ruda plebe gente despierta,
ni posee el don profundo en Minerva
cuando haya miel para lengua experta.
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