Después
de debutar en narrativa con el libro de cuentos “Cabalgar la noche”, y hacerlo de manera bastante destacada,
Carlota Gurt ha ampliado su campo de acción adentrándose en el mundo de la
novela.
SINOPSIS: Mei, una mujer de cuarenta y
dos años inmersa en un matrimonio apático y a la que acaban de despedir del
trabajo, decide refugiarse en la casa donde se crio, una pequeña masía en medio
del bosque. Allí intentará escribir la novela que la obsesiona desde hace años
mientras planta cara a su pasado, a un presente inoportuno y a un futuro a la
deriva. Esta novela es la crónica de una rebelión, la historia de una soledad
impenitente narrada en una intrigante cuenta atrás de 185 días. ¿Qué es la
soledad? ¿Una realidad objetiva o un estado de ánimo, una bendición o una
condena? Lo único seguro es que de la soledad nunca se sale indemne. Sola, la
impactante primera novela de Carlota Gurt, está escrita en una prosa vivísima y
muy visual que sacude al lector como una fuerza de la naturaleza.
Gurt
se estrena en el ámbito novelístico con un texto que se produce el encuentro
entre el espacio personal de una protagonista angustiada por su realidad
material y un espacio físico traslucido que le permite tomar distancia respecto
a la angustia que apremia y reorganizar un nuevo espacio personal.
Fuera
de la sociedad, dijo Aristóteles, “el
hombre es un Dios o una bestia”, es cita introductoria de “Sola”. Una pieza fuerte, intensa, con
un estilo vigoroso y de una gran fragilidad. Deducir en torno a qué sentimiento
gira el argumento es fácil.
Intriga
psicológica protagonizada por una mujer que se enfrenta a su entorno. Con un
primer párrafo cautivador, la narrativa viene de la mano de Mei, la
protagonista, que tras un desengaño laboral en la editorial donde trabajaba;
otro campo en el que Mei carga problemas es el conyugal, su vida junto a Guim,
parece haber entrado en un momento de inflexión que la separación temporal
terminará de definir como definitiva o no. Por último la tóxica relación con su
madre a la que odia y el recuerdo idealizado de su padre fallecido. Aun pasado
no del todo placentero, busca refugio en la casa de campo que fue su hogar en
la infancia para escribir una novela. Porque la literatura será otro bálsamo,
ya que esa soledad conveniente la ayudara a ir escribiendo su novela, con la
que la propia “Sola” crea un juego de
espejos.
Frente
a esta conjunción de dificultades que
afronta Mei, la trama irá poniendo una serie de alicientes que la ayuden a
sobrellevar sus problemas.
Carlota
Gurt demuestra un gran talento a la hora de narrar las pulsiones vitales de una
persona que se encierra en una soledad buscada en un inicio, para tratar a
partir de ella la psicología humana de quien se consume a medida que se
adentra, en su propia espiral de emociones feroces, un libro de carne y sangre,
es un libro orgánico.
La trama, aunque habla sobre todo de la soledad, también toca otros temas
interesantes como la libertad y precio a pagar por conseguirla, el hastío en
las parejas que llevan años juntas, las complicadas relaciones entre madres e
hijas, la maternidad desde el punto de vista de las hijas, de las madres, la no
maternidad. Habla de la libertad anhelada, el redescubrimiento de la propia
identidad, la sexualidad o la conexión con la naturaleza. Y, además, no se
centra solo en una única soledad, sino que engloba un poco a todas las
soledades de la vida desde todas las perspectivas.
Pero
ello, y destacando especialmente su gran primer tercio y un final además de
inesperado y perturbador, es original y yo diría que delirante.
Carlota
Gurt observa, imagina y escribe. Así creado su manual, que le ayuda a entender
un mundo metafórico y confuso.
Una
historia que va más allá de la que cuenta y que cuenta con el mérito de haber
más allá.
A
partir de estos pequeños mimbres, desplegar una historia que sorprende por su
ritmo, su calidad lingüística y una radicalidad en forma y fondo que desnuda y
profundiza la condición humana en su estado más puro: la soledad.
La
estructura de “Sola” es uno de sus
principales atractivos, otro factor a destacar es su estilo, sin filtros y
tomando el lenguaje de la identidad femenina, del ruralismo y la feminidad
violenta.
Su
escritura exige involucrarse, pues abundan las emociones y las sensaciones que
requieren lucidez. Destila honestidad y espontaneidad y se muestra ante los
lectores tal y como es. Su prosa fluye de manera vertiginosa, limpia,
contundente. La autora contagia por exquisita, firme, potente; con un tono de
ironía y de desprecio que le imprime a la voz de la protagonista.
No
es una novela de trama, lo que importa es el latido emocional que hay de fondo,
que palpita todo el relato a través de la primera persona –la de Mei- y de una
misma realidad. Porque lo importante es mantenerse dentro de su cabeza, saber
cómo vive ella cada cosa que le pasa, independientemente de qué haría el lector
en su lugar o de cuales ambigüedades pueda ir saliendo.
“Sola” es un relato
muy desgarrador que se lee con inquietud y cierta incomodidad. Interpela al
lector sin filtros no florituras. La soledad como estado que transforma.
Siempre hay un antes y un después del aislamiento. Se abordan en la novela
grandes temas universales de las mujeres, tratados a pinceladas y entrelazados
con el relato.
“Sola” es una novela
de huidas, pero también de observaciones y búsquedas. Son personajes
inquietantes que aparecen en cada página como si se trataran de sombras que asustan
y desestabilizan, que se metamorfosean.
Resulta
difícil saber si lo que buscan y lo que pretenden es lo mismo.
Carlota
Gurt construye a la protagonista con todo detalles a nivel psicológico, se
convierte en narradora omnipresente y la muestra de manera espontánea, directa
y visceral, mostrándose de manera franca, sin esconder sus debilidades y sus
miedos, dando la sensación de que ese tono desenfadado es pretendido, es
buscado, es una extensión de ella misma. No tardan en asomarse personajes que
se ocupan de añadir quebraderos de cabeza y preguntas sin respuesta. “Sola” cuenta con la vida de Mei, la
madre Remei, Xana, Renzo o Monda, según quien hable de ella. A la mezcla de
inocencia y malicia del contexto rural, el color verde de la naturaleza, un
protagonista más. La literatura será otro bálsamo. Con una acción bien
dosificada para mantener la expectativa y la somete a la plasticidad y la
potencia, la autora danza por la identidad de Mei, de la autodestrucción hasta la
reconstrucción, de la crónica del naufragio a la crónica de la supervivencia,
del abatimiento más radical hasta la animalidad y euforia más arraigada y
arriesgada.
Así
es. Una cuenta atrás empuja la lectura, de la que el lector sale siendo otro.
Como de la soledad.
La
última palabra. Esta es la mía: seguir descubriendo libros que merecen un gran
recorrido.
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