domingo, 20 de febrero de 2022

D.

 
-Jesús Enrique Sánchez García-
 
Limpia, esbelta, definitiva,
 
mi amiga D vive en una ciudad de agua,
 
restada ahora en tierra por distintas costumbres.
 
Una ciudad pirata que le canta a sus santos
 
con tambores del Congo y hombres de otro alfabeto.
 
Su canto sobre el lago
 
recibe amaneceres de luna en los manglares,
 
mi amiga D es una ciudad lejana,
 
un puerto alucinado, un relámpago puntual.
 
Su figura no renuncia a la brisa de su patio,
 
ni a la gesta de su acento.
 
También vive en mi casa, de nochera,
 
invisible y presente,
 
allí su atenta fe prolonga los instantes
 
y se establece en memoria distendida.
 
Esbelta, limpia y definitiva,
 
mi amiga D saltó desde los célebres médanos
 
de la primera ciudad,
 
alemana y flechada.
 
También vivió en el Sur, a la vera del río.
 
Llenó milongas sueltas y noches extenuantes
 
entre Almagro y Balvanera.
 
Siempre me arriesgo a recordarlo.
 
 

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