martes, 1 de febrero de 2022

SAGITARIO. Natalia Ginzburg.

Ginzburg lo tiene todo. Y “Sagitario” es un ejemplo perfecto de este todo. “Sagitario” la vida a golpes de decepciones.
 
SINOPSIS:
Para ahuyentar el tedio que padece desde la muerte de su marido, una mujer de mediana edad decide dejar la casa de campo donde ha vivido durante años y trasladarse a la ciudad. Chabacana, mandona y sumamente quisquillosa, sobre todo en lo que respecta a sus hijas, traba amistad con la enigmática Scilla, y pronto las dos mujeres planean abrir juntas una galería de arte. Sin embargo, la aparente seguridad de la protagonista, que se diría bordea la soberbia, no la libra de ciertas decepciones... Una de las obras más celebradas de Ginzburg, llena del humor, la perspicacia y el irrenunciable realismo moral que tanto han aplaudido generaciones de lectores.
 
 
 
 
 
 
 
Es difícil de reseñar. Acertadamente se podría decir que Natalia Ginzburg escribía sus novelas con las palabras de todos los días.
En este caso la novela, un pequeño relato de 1957, donde la autora ofrece un ejemplo del encanto de su narrativa breve narrada con un tono aparentemente distraído e intimista. Cuenta la historia de una amistad muy particular. La trama previsiblemente banal y centrada en falsas apariencias deslealtades y en las relaciones familiares. Es un gran retrato femenino.
Está narrada desde el punto de vista de una joven, la hija de la protagonista –cuyo nombre nunca es mencionado-, quien traza un cuadro sobre una mujer italiana proveniente de la capa media de la sociedad. La protagonista se caracteriza por un carácter soberbio, matriarcal y un tanto déspota, cuya obsesión es controlar a la familia. Acaba de enviudar y su vida en el pueblo se la ha quedado monótona. Se muda a la ciudad para cumplir un sueño personal, abrir una galería de arte.
Aquí, en esta novela, el final es demoledor, con una estocada muy hiriente. Sin emitir juicios de valor, ofrece lecciones de honestidad, de confianza, de desengaños y vileza. Encuadrado todo en un realismo moral, tiene mucho sentido, ya que la vida suele venir con malos momentos.
Una vez más, la autora hace uso de su juego habitual con los bandos opuestos. En cualquier momento puede la vida resultar ilusionante, bonita, maravillosa, a la vez que puede resultar desastrosa e infortunada.
Esto es así porque Natalia Ginzburg busca en esta novela establecer una dialogo directo con la vida. De ahí que tratara de inspirarse en las personas y los acontecimientos que le eran próximos.
Su capacidad de existencia en mujeres solitarias y silenciosas, a menudo resignadas y aturdidas, que contemplan sus pequeñas vidas, vacías e incoloras, apenas pueden recordar un momento de felicidad, mujeres que asoman a la luz de vez en cuando para enseguida reintegrarse a la sombra en la que siempre han vivido. Instaladas en el reducido ámbito de lo doméstico.
Una novela tierna y conmovedora que hará las delicias de quienes con un alma sensible y comprometida se acerque a sus páginas. Una obra honesta y plena que da más incluso de lo que promete.
 
Los hilos de unas vidas que se irán enredando en una madeja de recuerdos, anhelos, rencores, emociones que parecían perdidas y otras que, con suerte, podrán ser recuperadas. Además, una es la historia que  trascurre en la superficie y otra la que se desarrolla por debajo, y esta historia secreta, que sólo vislumbramos fugazmente, es siempre la verdadera.
Aborda temas profundos, como la confianza y el desengaño, siempre de manera humilde, sin caer en la pretenciosidad a la hora de exponerlos, pero tampoco subestimándolos. Y su tono es entrañable, amargo y cáusticamente cómico al mismo tiempo.
Ginzburg es sensible, es inteligente, tiene fuerza, penetración psicológica, ironía. Sabe captar el valor de un detalle, por insignificante que sea. Demuestra una observación poderosa, capaz de identificar cualquier pliegue del alma humana y colocarlo en el lugar preciso del relato, para que tenga el contraste necesario. Nada sobra en sus relatos. Te lleva creando un estimulante juego lector. Lo hace con naturalidad, sin aspavientos, con ternura, con saber.
En pocas frases sirven perfectamente de presentación al libro y revelan cómo leer a Ginzburg implica navegar por un mar de detalles comprensivos, sumergirse en procelosas descripciones de la más simple cotidianidad con que la autora disecciona la vida íntima y privada de personajes femeninos y masculinos.
La novela es el resultado de un realismo lírico en el que ambas partes se equilibran para dar lugar a una novela sobresaliente, de esas que uno encuentra por casualidad y gracias al buen hacer de quienes las descubren y que, una vez leídas, recomiendas.
 
En “Sagitario”, la protagonista es una mujer que la presenta con una brillante descripción psicológica, con vocablos muy cercanos al pueblo humilde italiano, centrándose en el comportamiento, las acciones y pensamientos de la madre. Muestra una gran capacidad para crear una figura realista y cercana; la voz narradora es otra mujer –su hija- y los personajes secundarios son también mujeres, que aparecen entre sombras y que trasiegan en la penumbra.
Las protagonistas de la novela de Ginzburg son solitarias, viven en una madeja de resignación, habitan vidas pequeñas, tienen sus pequeños sueños que dan luz a sus vidas, pero son ilusiones inalcanzables. Asisten en silencio a la vida de los hombres que desde el fondo de una habitación se mofan de los sueños ridículos de ellas,
La argucia en “Sagitario” esta encarnada en otra mujer: Scilla. Una mujer despiadada, con escasos escrúpulos morales, mezquina. Unos engañados, otros creen en los engaños. Cada uno de ellos necesita creer para seguir viviendo. Pero nadie es feliz, nadie alcanza la dicha.
En contrapartida, los perfiles en la novela, son positivos, personas idealista, cayendo en la ingenuidad.
Todavía cabe señalar que a la escritora le obsesiona la fragilidad de las personas. Un golpe de realidad para el lector adornada con una pizca de optimismo. La justa para resultar verosímil, suficiente para no convertir el relato en un drama contemporáneo.
 
Una obra valiente, versátil, que admite más de una lectura –y más de una relectura- que resulta imposible agotar en una reseña y que merece un aplauso puestos en pie.
 

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