domingo, 30 de marzo de 2014

A MI MADRE.


 
Amo el nombre gentil, amo la honesta
aura del rostro que del pecho arranca;
amo la mano delicada y blanca
que mi lloro a secar aude presta;
Los brazos donde yo doblo la testa,
que a mi trabajo sirven de palanca;
amo la frente pura, abierta, franca
donde toda virtud se manifiesta.
Pero amo mucho más la voz sencilla
que el ánimo conforta entristecido
convencido y causando maravillosa;
La voz que cariñosa hasta mi oído
llega al alba a decirme dulce y bajo:
hijo mío, es la hora del trabajo.

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