¿Como llamarte a ti, divinidad o mortal?
Tú que eres bendecido con ese hermoso
semblante
divino, y es divino el amor hecho constante,
que, por anidar en mí, dispone el alma.
Amor cierto es, espíritu de amor, y tal,
que me convierto en amoroso amante,
y el corazón, que semejaba al rígido diamante,
languidecer me siento en cada pulso.
Actúa en mí, que puedo ser, flecha o saeta:
enlázame en cada nudo: y si me desafía,
tornarme puedo, en la audaz espada de Marte.
Yo cuestiono tu guerra, o tu otra paz:
reinaré sobre ella; pero la querida
tu Psiche en la lejanía me sonríe.
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