Cuando
la sombra cae, se dilatan tus ojos,
se
hincha tu pecho joven y tiemblan las aletas
de
tu nariz, mordidas por el dulce veneno,
y,
terrible y alegre, tu alma se despereza.
Qué
blanca está la noche del placer. Cómo invita
a
cambiar estas manos por garras de pantera
y
dibujar con ellas en tu cuerpo desnudo
corazones
partidos por delicadas flechas.
Nieva
sobre el espejo de las celebraciones
y
la nieve eterniza el festín de tus labios.
Todo
es furia y sonido de amor en esta hora
que
beatifica besos y canoniza abrazos.
Para
ti, pecadora, escribo cuando el alba
me
baña en su luz pálida y tú ya te has marchado.
Por
ti, cuando el rocío bautiza las ciudades,
tomo
la pluma, lleno de tu recuerdo, y ardo.
Poema del libro: "El otro sueño, 1987"
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