La
ciudad como un mapa, como un territorio que, cuando más se explora, más se
desconoce. Una ciudad que solo puede conocerse andando a la deriva.
SINOPSIS:
Te hace pasear por la Valencia de cara
demacrada, sombría y descuidada: los cajeros y los puentes como dormitorios,
los jardines como lugar de vida, la humedad de las calles del barrio viejo, los
malos olores. Todo eso acompañado de un mendigo desconocido que, después de un
ataque de amnesia, se ve abocado a la mendicidad y a rodar perdido por la
ciudad. Bernadí pertenece a una familia aristocrática, tiene la misma edad que el mendigo
desconocido y se encuentra también en una situación delicada de su vida. La
mujer lo ha abandonado y, al igual que el mendigo, se ha quedado desorientado,
perdido.
La novela ofrece un paseo por la ciudad, ahora con
un protagonista y a continuación con otro, compartiendo una soledad que los
une. De pasada, me topo con otros personajes que deambulan por las calles:
mendigos violentos, fascistas que les gusta prender fuego a los débiles,
una maestra jubilada, un primo que quiere venderlo todo para darse a la buena
vida, unos estudiantes alternativos... En definitiva: buena compañía para hacer
una inmediación por la ciudad de Valencia, auténtica protagonista de la novela.
Octavi Monsonís con un estilo plástico, nos presenta sus protagonistas como un
reflejo de una parte de la sociedad valenciana conservadora y depredadora al
mismo tiempo, de la desmemoria de los orígenes y de la pérdida de la identidad.
Los personajes se desenvuelven con naturalidad, nos cuentan su historia
personal que es un paisaje de la realidad extraña y nada complaciente. Adentrándonos
en distintos estratos de sus vidas, desde una plácida vida a la pobreza más absoluta,
con anhelos y frustraciones. Enfrentándose a una realidad brutal, teniendo que
buscar su acomodo y tolerarse a sí mismos. Una novela dura donde también hay
lealtad.
Los
protagonistas buscan justificar su desgracia desde dentro, comprender que ocurre
alrededor y se vuelven rebeldes o apáticos cuando se les aparca o aparta de una
vida que legítimamente es suya.
En contrapartida, las reseñas publicadas de esta novela, aparecen elogios de
todo tipo, por ello comenzaré diciendo, que el resultado, y al menos durante
las primeras cincuenta páginas, es positivo y estimulante. De hecho, el
arranque del libro promete un universo narrativo de primera categoría y apunta
maneras para convertirse en lo que podría haber sido una buena novela. Pero de
repente, afectado por el tono que toma la historia, me veo arrastrado hacía una
decepción a medida que voy avanzando en su lectura.
El
estilo ocupa un adecuado punto intermedio: no renuncia a la descripción ni a
que el lector contemple y palpe, por sí mismo, el entorno por donde transitan
los personajes. Pero prima la eficacia, como lector, he tenido que releer lo anteriormente
leído perdiendo en multitud de ocasiones el hilo de una trama que roza lo
enrevesado. Todo ello da al texto una fluidez poco revisada, confusa e
intermitente pareciéndose más a un ejercicio previo qué a la definitiva novela.
Pesando más la intención que el resultado. Está se vuelve por momentos enojosa
y pegajosa. Vaya por delante que ésta no es una lectura fácil. Pese a las
apariencias, sin embargo, lo que pesa aquí no es la historia, si no las
palabras.
Y
es una pena, pues, convenientemente explotada habría dotado de rotundidad al
conjunto. He de confesar que en algunos
pasajes Carrer de pas me ha parecido
genial.
Suena
peor esta reseña que el libro en sí, cabe admitirlo; o tal vez de nuevo, he
sido víctima de una reseña de contraportada muy prometedora que acaba en
promesa incumplida. ¿Nos lleva a algún lugar leer esta novela? Es posible. Pero
la siempre oportuna intuición, parece
empeñada en sugerirme que esta vez se trate de una falsa pista.
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