Amarte
con un fuego duro y frío.
Amarte
sin palabras, sin pausas ni silencios.
Amarte
sólo cada vez que quieras,
y
sólo con la muda presencia de mis actos.
Amarte
a flor de boca y mientras la mentira
no
se distinga en ti de la ternura.
Amarte
cuando finges toda la indiferencia
que
tu abandono niega, que funde tu calor.
Amarte
cada vez que tu piel y tu boca
busquen
mi piel dormida y mi boca despierta.
Amarte
por la soledad, si en ella me dejas.
Amarte
por la ira en que mi razón enciendes.
Y,
más que por el goce y el delirio,
amarte
por la angustia y por la duda.
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