Escóndeme
que el mundo no me adivine.
Escóndeme
como el tronco su resina, y
que
yo te perfume en la sombra, como
la
gota de goma, y que te suavice con
ella,
y los demás no sepan de dónde
viene
tu dulzura...
Soy
fea sin ti, como las cosas desarraigadas
de
su sitio; como las raíces abandonadas
sobre
el suelo.
¿Por
qué no soy pequeña como la almendra
en
el hueso cerrado?
¡Bébeme!
¡Hazme una gota de tu sangre, y
subiré
a tu mejilla, y estaré en ella
como
la pinta vivísima en la hoja de la
vid.
Vuélveme tu suspiro, y subiré
y
bajaré de tu pecho, me enredaré
en
tu corazón, saldré al aire para volver
a
entrar. Y estaré en este juego
toda
la vida.
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