La
tarde va a morir; en los caminos
se
ciega triste o se detiene un aire
bajo
y sin luz; entre las ramas altas,
mortal,
casi vibrante,
queda
el último sol; la tierra huele,
empieza
a oler; las aves
van
rompiendo un espejo con su vuelo;
la
sombra es el silencio de la tarde.
Te
he sentido llorar: no sé a quién lloras.
Hay
un humo distante,
un
tren, que acaso vuelve, mientras dices:
Soy
tu propio dolor, déjame amarte.
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